miércoles, 13 de mayo de 2009

Diferencias entre ancianidad, vejez y senectud

Ancianidad, vejez, senectud son palabras que con frecuencia metemos en un mismo paquete, pero tienen sus diferencias.
La senectud es el periodo de la vida humana que sigue a la madurez, la etapa en que la persona comienza a dar señales de decadencia física. Se conoce como ancianidad el último periodo de la vida del ser humano, y en cuanto a la vejez, el diccionario académico considera vieja a la persona que cumplió los 70 años.
Ustedes y yo sabemos que es un error poner número a cada una de estas etapas, y que los tiempos cambiantes que vivimos mudan con frecuencia el contenido estricto de ciertos conceptos. Eso sin contar el carácter relativo que tienen, según las personas a quienes se apliquen.
Porque si hoy se considera viejo al que cumple los 70 años, es bien cierto que año tras año, cada vez con más frecuencia, son estos, los “viejos”, los que, por ejemplo, se hacen acreedores a premios internacionales, como el Nobel, el Oscar u otros reconocimientos.
Puedo recordar, grosso modo, los “viejos” laureados con el Nobel de Literatura, con más de 70 años: 1904, José Echegaray, español, 72 años. 1950, Bertrand Russell, inglés, 78 años. 1953, Winston Churchil, inglés, 79 años. 1956, Juan Ramón Jiménez, español, 75 años. 1967, Miguel Angel Asturias, guatemalteco, 77 años. 1977, Vicente Aleixandre, español, 79 años. 1988, Naguib Mahfud, egipcio, 77 años. 1989, Camilo José Cela, español, 73 años. 1990, Octavio Paz, mexicano, 76 años. 1996, Wislawa Szimborska, polaca, 73 años, 1998, José Saramago, portugués, 76 años. 1999, Günter Grass, alemán, 72 años. 2002, Imre Kertesz, húngaro, 72 años. 2005, Harold Pinter, inglés, 75 años. ¿Qué les parece, amigos? El dato me lo pidieron, que conste.
Decía un rey español, hace siglos, que aceptaba de buen grado su vejez siempre que pudiera disfrutar de cinco cosas: “leña vieja para quemar, caballo viejo para cabalgar, vino añejo para beber, viejos amigos para conversar y libros viejos para leer”.
Los húngaros dicen que la vejez quita agilidad a las patas del caballo, pero no le impide relinchar. Y a todos, amigos, nos toca prepararnos para esa etapa. Prevenir es el verbo de los sensatos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Realmente,hay jóvenes viejos y viejos jovenes.siempre existen las excepciones.

Unknown dijo...

la realidad es que el cuerpo evejece pero
la mente rejuvenece si se sabe manejar. Es decir,la única manera de rejuvenecer està en la mente. Puedo ser viejo con mentalidad juvenil y moderna.