jueves, 2 de julio de 2009

Conservarla o eliminarla: La polémica h

Otras veces he traído a esta página la Historia de las Letras, ese libro fascinante que sobre las letras de nuestro alfabeto escribieron “al alimón”, es decir, conjuntamente, los autores Salvador y Lodares. Pero nunca les conté nada sobre la H; porque, en verdad, es una letra que no cae simpática. A nadie le hechiza la hache.
La hache no tiene hoy valor fonético, sin embargo conserva su valor ortográfico. La propia Academia reconoce que “la h, que en otro tiempo fue aspirada, carece hoy de valor fonológico y no es más que un signo ortográfico ocioso, mantenido por una tradición respetable”.
Pero la h tiene su historia: procede de la het, octava letra del alfabeto fenicio que sonaba como una jota suavemente aspirada. Los griegos la adoptaron manteniendo la aspiración, y así llegó a latín.
Hace dos mil años, los romanos no se ponían de acuerdo sobre si se debía pronunciar, insinuar o eliminar; y se suscitó tal polémica ante su conservación o eliminación, que un autor latino escribe que “se combatía por ella como se haría por la posesión de un reino”.
Hacia el siglo II la hache ya había perdido su sonido aspirado, por lo que todas las lenguas neolatinas o románicas, como la nuestra, que proceden del latín, no recibieron la h aspirada porque en latín no se aspiraba, pero sí la letra h porque estaba en la ortografía latina.
En las escrituras más antiguas en español puede no aparecer h en palabras que hoy la llevan; pero desde mediados del siglo XIII, con Alfonso X el Sabio, se recuperaron todas las haches por fidelidad a la ortografía latina, y pasando los siglos, quedó como norma académica dejar la h en todas las palabras que en latín la llevaban.
En el siglo XIX vuelve a surgir la polémica sobre la utilidad o inutilidad del uso de la letra, y a ambos lados del Atlántico se toman distintas posiciones.
En el momento actual el debate sigue abierto. Defensores y detractores esgrimen sus argumentos a favor o en contra del uso de la letra. Los hay de todos los gustos. Hasta humorísticos.
Decía Jardiel Poncela, autor español del siglo XX, que las cosas importantes de este mundo se escriben con h, y sin ella las nimiedades: Ayer y mañana no importan, lo importante es hoy; los principales alimentos se escriben con h: harina, huevo, hortaliza; la sal de la vida es el humor; el hombre, el rey de la creación.

Luque Maricarmen

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