miércoles, 1 de julio de 2009

“Un árbol sin hojas que da sombra”: El Premio Cervantes a Juan Gelman

México, más que otro país, se sentirá feliz y orgulloso de que un gran poeta, que eligió su suelo para gozar de la etapa más plena de su vida, la de recapitulaciones, encuentros y compensaciones, haya sido galardonado con uno de los premios más importantes que se otorga a algunos escritores en lengua española: el Cervantes.
En la ciudad de Alcalá de Henares, cuna del insigne escritor que da nombre al galardón, Juan Gelman recogió el trofeo de manos de los Reyes de España.
Y recoge en él el reconocimiento a un gran escritor, a un hombre que ha batallado contra la injusticia hasta perder el aliento, pero no la palabra. La palabra hecha poesía que le ha acompañado desde que era niño y se ha convertido en su aliada.
Porque el argentino Juan Gelman sufrió en sus propias carnes la crueldad de la dictadura de su país: fue condenado dos veces a muerte; secuestraron, torturaron y asesinaron a un hijo suyo, y a su nuera, una joven de 19 años, embarazada de siete meses, cuando dio a luz, la asesinaron también y dieron a su bebé en adopción.
A partir de ese momento el objetivo de su vida fue encontrar a esa criatura, algo que consiguió al cabo de años de lucha sin desmayo, en 2000, en Paraguay.
Y abrazado a esa nieta, y a tres nietos más, ha vivido en estos días una hermosa experiencia. La poesía de Gelman es el testimonio de una vida desgarrada, de una búsqueda constante de la verdad: “la única diosa que los hombres no quieren ver desnuda”, según sus propias palabras.
Alejado de causas y partidos políticos, hoy sólo “busca, como todo el mundo, la paz y la justicia”. El poeta define la poesía como “un árbol sin hojas que da sombra”; no la considera un arma, ni un bálsamo, ni un compromiso, sino una necesidad. Y del exilio, que le llevó por varias ciudades europeas, hasta su llegada a México, donde reside desde finales de los años ochenta, rescata un aspecto enriquecedor.

Luque Maricarmen

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